La aldea desperto subita y alborotadamente. Bajo lluvias torrenciales la mano arcana e invisible se hizo sentir con diluvio eterno. Aguas podridas, empapadas de lodo; aguas que removian arboles, casuchas, rebanos, parasitos, lo sucio y la vida. El conclave se daba la tarea de hacer una limpieza elemental.
De Babel su mandato; Sodoma & Gomorra su mortaja. Nada fue negociable. Entre gritos, exclamaciones desesperadas de frenetico auxilio, las etnias escurridizas se lamentaban; de Norte a Sur, de Este a Oeste.
Quienes seran los sobrevivientes? Como seran los elejidos? Quienes los guiaran por el Nuevo mundo? Que alguien explique que hemos hecho para merecer tal ruptura!?
Las aguas ascendian copiosamente, sin pausa; indiferentes. Huracanes, ventoleras, torrentes implacables; cielo y tierra separados. Los ancianos del villorrio se dieron cita presurosa, desesperada; desde el monte rezaron, suplicaron, confesaron sus delitos.
“Danos nueva vestimenta; permitenos confesarnos; concedenos renovados atributos; otorganos un largo dia de expiacion;perdona nuestra supina arrogancia; no nos abandones derrumbados.”
Las aguas cubrian ya toda superficie visible; el horizonte no era mas que cimas. El candoroso lamento ahogado en lodo y barro. La asamblea llego a su termino; resignados a una muerte prolongada, despojados de su historica virtuosidad, los otrora profeticos ancianos se miraron a los ojos por ultima vez, esperando. Los Dioses nunca mas les escucharon.
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© Leo Campos Aldunez
Edmonton, AB (Canada)
Leo Campos Aldunez / Poetry 
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